La Nit dels Investigadors, el 28 de septiembre a las 19:00 en el CCCB , celebramos el concierto fin...
Os presentamos los ganadores de 2018 de La Llum a les Ones!
Felicidades y muchas, muchas gracias a todos los que habéis participado!
Resultados 2018
Era oscuro fuera, la mayoría de sus compañeros se habían retirado ya a sus compartimentos, pero él tenía trabajo que hacer. Miró el calendario y suspiró, 1 de diciembre del 2583, con cada día que pasaba vivir en ese mundo subterráneo y claustrofóbico iluminado con luz artificial se hacía más insoportable, claro que la alternativa era mudarse a la superficie y sufrir una muerte lenta y atroz por asfixia. Las plantas habían muerto, los niveles de CO2 eran más altos que nunca y las centrales nucleares, cuando las computadoras encargadas de controlarlas habían dejado de funcionar después de que la humanidad se trasladara a las profundidades, se habían colapsado contaminando completamente la Tierra de radioactividad y matando a todas las especies de seres vivos que los humanos no habían llevado con ellos. Por suerte, gracias a un conjunto de mentes excepcionales, se había conseguido fabricar un catalizador de impurezas radiactivas para el agua, que antaño debía haber corrido por los ríos a caudales, cristalina y llena de vida. Pero él sólo podía imaginarlo, ya que nunca había puesto un pie en la superficie, el traslado había ocurrido 335 años atrás, y él solamente tenía 273 años.
Cuando hubo guardado su investigación en un servidor seguro, se puso su gabardina y entró en el ascensor. Introdujo su muñeca, donde había tatuado un código binario con todos sus datos, y, por un momento, todo a su alrededor quedó en silencio. Cuando las puertas se volvieron a abrir ya se encontraba en su compartimento, se apeó y el ascensor se fue tan rápido como había llegado, ultrasónicamente, dejando atrás una blanca pared. Miró en rededor de la estancia de cinco metros cuadrados, los muebles de la cual consistían en una simple mesa y una cama, y se dirigió hacia la última. Se conectó el inductor de sueño al puerto situado en su nuca y se rindió ante un reparador coma de ocho horas privado de cualquier tipo de sueños.
—Día 51290, ensayo 63428: parece que por ahora el proceso de secesión es estable. El aislamiento de los componentes del continuo espacio-tiempo está siendo exitoso, empecemos con la inhibición de las tres dimensiones. Supresión de cualquier forma de masa en el sector B1; lectura de fotones: negativa, bien. Consultó las pantallas holográficas que tenía alrededor, se estaba abriendo un puente de Einstein-Rosen… Como las últimas 60.000 veces. Estaban intentando abrir una brecha en la fábrica del universo destruyendo por partes sus componentes; querían destruir las tres dimensiones mediante el bombardeo de antipartículas, aniquilando cualquier forma de materia mientras, mediante el bosón de Everett, descubierto por él mismo y nombrado en honor a su ídolo, Hugh Everett, quien ideó la interpretación de muchos mundos para explicar la superposición de la función de onda en la mecánica cuántica, paraban el tiempo gracias a ráfagas de dicha partícula, que ralentizaba el resto hasta el punto de detenerlas por completo. De repente, se oyó el pitido de una alarma y las pantallas se llenaron de advertencias, había habido una explosión, las antipartículas habían reaccionado con el entorno y se había creado una fuga, evacuaron a tiempo antes de que la radiación los alcanzara gracias a las extensas medidas de seguridad impuestas.
Cuatro horas más tarde, cualquier resto de radiación había sido eliminado. Eran ya las nueve de la noche y él seguía sentado ante su escritorio. Esa vez habían estado muy cerca, mucho más que cualquiera de las otras veces. Debía descubrir una manera de llevar la operación a cabo exitosamente, debía liberar a su especie de ese infierno sofocante en el que vivían. Entonces, de la nada, se le ocurrió la que probablemente era una de las más brillantes ideas que había tenido en los últimos noventa años, ¿y si el problema era que no se daban cuenta de que ya lo habían conseguido? La brecha podría haber estado abierta solo por unos míseros milisegundos, por eso no encontraba ningún error en sus cálculos, porque no lo había. El sector B1 sí había aguantado hasta que habían conseguido rasgar la fábrica de la realidad, el único problema era que no habían tenido tiempo a observarlo. Sin mayor dilación, reinició el programa y, mientras sonaba la cuenta atrás, les ordenó a sus nanobots personales mediante la mente que lo cubrieran para formar un traje capaz de aguantar hasta la presión ejercida en el centro de un agujero negro. Todo ocurrió muy rápido, por unos momentos pensó que iba a ser partido por la mitad, se estiraba y se continuaba estirando dolorosamente hasta que, de pronto, el dolor paró y cayó de bruces contra… hierba. Se quitó el traje y se estiró sobre ella, era impresionante, en las fotografías que había visto parecía mucho más recia, pero en realidad era tan suave como el terciopelo. Cuando miró a su alrededor, sólo vio una gran extensión de verde y, a lo lejos, el principio de un frondoso bosque. No había ni un solo animal, ni vertebrado ni invertebrado. Durante el proterozoico, las células no fotosintéticas debían haberse extinguido, dejando carta blanca al desarrollo de las fotosintéticas. En este universo nunca había habido humanos que pudieran destruir la belleza del planeta Tierra. El agujero de gusano seguía abierto a diez metros detrás de él, que estaba fuera del alcance de su horizonte de sucesos. Lo miró y luego volvió a mirar alrededor, si traía aquí a la especie humana, estaría marcando el comienzo del final de esta Tierra y de su sublimidad. Volvió sobre sus pasos habiendo tomado una decisión, iba a destruir todo lo relacionado con el experimento “Nuevo hogar”. Si los humanos habían causado el total exterminio de la vegetación no era el problema de este planeta, era el de ellos. A partir de ahora, centraría sus esfuerzos en encontrar una manera de recuperar el verde de su Tierra, de “curarla” y, a lo mejor, algún día podría disfrutar de la hierba otra vez, pero esa hierba estaría erguida sobre el esfuerzo y el trabajo en equipo de la humanidad en conjunto.
Com cada matí vaig entrar al laboratori de recerca fotònica. Aquell dia era massa important. Sabia que a partir d’aquell moment tot canviaria. La meva carrera com a científic començaria a desenvolupar-se completament si aquell desitjat experiment es duia a terme correctament, tal com esperava. Cap dels meus companys sabien en què portava treballant tants mesos, però tampoc els hi interessava.
Vaig preparar-me amb l’equipació correcta i vaig procedir a iniciar el procés. Vaig preparar el dispositiu de llum làser d’alta tensió i vaig prémer el polsador que iniciava el procés de creació dels rajos solars. Portàvem tant temps intentant dur a terme l’experiment que no sabia si tenia més il·lusió de verificar la hipòtesi o de demostrar a tothom el meu esplèndid treball.
Semblava que no estigués progressant, però una barra anava omplint-se poc a poc. Mentre carregava vaig pensar què podria fer jo amb aquells rajos UVA. Algun SPA o lloc de relaxació… No, no em convencia la idea. Podria provar de fer una nova energia renovable, ajudar al medi ambient… No vaig tenir més temps de reflexió. Ja s’havien processat totes les dades. No sabia si estava preparat per aquell moment.
Vaig posar a gravar la càmera per poder tenir tot controlat a la perfecció. Era l’hora. Al prémer aquell botó la màquina es va aturar. Va deixar de fer cap soroll i vaig deprimir- me. Tants mesos havia perdut… tant temps per fer altres projectes. Però de sobte un raig de llum va sortir disparat de l’aparell. No es veia res. Tot estava il·luminat pel raig infraroig tan potent. Vaig començar a caminar i vaig xocar contra un moble, la taula d’experiments. Continuava allà, per sort. Durant una bona estona vaig buscar l’endoll per fer parar la màquina.
No podia deixar de pensar què s’estaria veient a la gravació de la càmera. Per fi vaig desconnectar el cable i tot va tornar a la normalitat. Vaig agafar la filmadora i vaig córrer a explicar als meus companys el que havia passat. No entenia perquè però ningú em feia cas. Els hi havia molestat alguna cosa que hagués fet? A tots? No ho sabia però vaig tornar al meu despatx i vaig revisar el que havia captat la càmera.
Tot semblava correcte però al final de la gravació jo no hi sortia. Vaig espantar-me i vaig anar al lavabo a mirar-me al mirall i… tampoc.
Encara avui en dia no se a quina dimensió estic per culpa d’aquella reacció i si algun cop podré tornar.
The first report from the PhotoShip13 was about to come through. The world needed Luyten b to be habitable. It had been over 37 years of Earth time since PhotoShip13’s launch in 2149. Now, finally, it was going to do its flyby of Luyten b at 4,000 km from its surface, taking the readings of what could be the human race’s best and last chance of a future.
After the global scientific community published the inevitable fate of the Earth in their report, the capitalist elites, for the first time in history, felt underpowered, leading them to task SCHS (Scientific Committee for Human Survival) with the creation of a way off the dying world. But the overwhelming logic of the scientific community, heavily influenced by leading physicist James Coalton, concluded that if humanity was to survive it would not follow the same path that Earth did.
This cooperation between scientists and the ruling elites was coated in secrecy, while society was being distracted by virtual utopian worlds that kept their attention away from the harsh reality.
SCHS started by designing a sufficiently light nano probe with large enough light sails to make it to the Luyten’s Star system, 12.2 light years away, where it was to take precise readings of Luyten b’s atmosphere, and it had to do this while travelling at over 30% the speed of light, passing only 4,000 km from the planet’s surface. Taking into account the time it would take to accelerate, this journey would take 45 years, as seen from Earth.
As well as the PhotoShip13, SCHS had been working on a Civilization Ship, the largest spacecraft to have ever been constructed by the human race, capable of carrying the members of SCHS and the capitalists that wanted to flee from the world that they helped destroy. Their destination, Luyten b. The ship made use of an advanced propulsion system, with an extremely high thrust-to-weight ratio, it would accelerate until reaching the halfway point, where it would turn around and start its deceleration burn, arriving at Luyten b in approximately 320 years, during which time all passengers would be frozen in cryogenic sleep.
In October 2198, the transmission from PhotoShip13 reached Earth. Luyten b did indeed have a high probability of being habitable. As soon as this information reached James
Coalton, the process started. All of SCHS and the supporting wealthy individuals were sent up to the civilization ship, being built in orbit. Three months later, everyone who had to be was on the ship. They were humanity’s future.
As a child, Coalton used to watch old Star Trek episodes and fell in love with the world of science fiction, and in turn, with science. Coalton developed a vision of a society that follows exclusively the most logical path.
And now, the most logical path was the elimination of anyone who wouldn’t contribute anything to the new world they were leaving to create. That’s why James Coalton used his influence among scientists to convince SCHS of the mistake they were making, taking all these capitalist elites, that destroyed Earth, to humanity’s new home. In the summer of 2198, SCHS devised a plan to eliminate these impurities from any future society that was to be
created on Luyten b. They would never even leave the Solar System.
Everything had been calculated with the highest possible precision. SCHS had already taken into account the absence of the selfish investors: they would be jettisoned before passing the moon’s orbit. Nothing could be left to chance. A week before boarding, all personnel and engineers who helped build the civilisation ship were returned to Earth, with the guarantee of significant payment, so that they could live out the rest of their lives on Earth with limitless luxury. Coalton was fascinated by man’s lust for money.
It was the 21st of October 2189. Coalton, single and without children, took a shuttle up to the ship with 10 other SCHS members. He was ready to kill over a hundred human beings. Upon arriving at the station to board the Civilization Ship, Coalton mixed in with his scientist colleagues. All the investors in their fashionable dark purple suits and expensive bear skin scarfs entered the enormous vessel, admiring it as if it were theirs. Each one as dishonest as the next, but all maintaining their clearly false smiles, taking small sips of expensive champagne. All this just stoked Coalton’s anger, he wasn’t just okay with killing them, he was looking forward to it.
Gradually everyone got in their cryogenic tanks, ready for their long sleep. Only some of the scientists remained awake, those that knew more about concepts such as orbital mechanics and rocket science, as well as Coalton. Everyone knew the procedure, but Coalton would be the one to push the button; he was the only one capable of such a crime.
Eight hours into the voyage and everyone stood clear of the investors’ rooms, where pod after pod of frozen humans lay on the floor. Coalton knew that now was the exact time to blow them into the endless expanse of space, where they would drift for millions of years.
The young physicist started typing in commands on the keyboard, telling the computer which program to run, which doors to open. Now, only the final command was left to enter. Coalition had it typed into the computer, all that was needed to condemn one hundred human beings was the push of a key. All that separated Coalton from his perfect vision of a logical and scientific society was this button. He looked up at the monitors that were displaying the floors on which the rows of people lay. Did they really deserve to die? This question echoed in Coalton’s mind. Yes, they did. He hit enter. The doors opened. Bodies were sucked out into the vacuum of space. Coalton let out a sigh of relief. There was now nothing in the way of the perfect society.
Habían pasado ya tres rotaciones completas de cuando recibí aquellos datos. Desde entonces, recordaba las livianas nubes que cubrían nuestra visión. Nos imaginaba observando el remoto cielo pasado, en silencio. Ansiaba ver la cálida luz de nuestro sol sumergiéndose en los oscuros y misteriosos océanos. Todo ello mientras aseguraba el funcionamiento de los fríos circuitos de nuestra nave.
Escuchaba una y otra vez aquellos peculiares archivos, hasta el punto de quedar su voz grabada en mi sistema: “Desde los yermos desiertos hasta las más enérgicas espesuras, fuertes bestias de piel tosca e impenetrable avanzaban dejando tras de sí mares de polvo gris, mientras delicadas criaturillas batían sus aletas y flotaban ingrávidas sin rumbo. Mucho más allá, tras los riscos de cristal purpura, estaba la llanura. Fue allí donde construimos nuestro hogar, lejos de las jaulas luminiscentes de neón, que disfrazaban las estrellas y te juzgaban.”
Tras la revisión del infinito sistema de refrigeración me detengo frente a uno de los silenciosos elevadores. Ahora recuerdo aquel tren que tomamos, que aceleraba trepidante rumbo al miedo de la libertad. “Empezamos de cero, sin más luz que la del sol. Pues fue solo cuando nos dimos cuenta de que el fin se acercaba que empezamos a vivir. Y allí, sin ambiguos reproductores virtuales que te atrapaban y te tornaban abominable, sin fatídicas radiaciones invisibles y sin más odio que el amor, recuperamos la consciencia.”
“Fue entonces cuando creamos verdaderos recuerdos, recuerdos que estábamos seguros que habíamos vivido. Recuerdos que ahora tú, ser desconocido, estas visualizando.” Tras unos largos segundos de confusión me acuerdo de que esta no es mi memoria, recuerdo que solo son simples datos que descargué de la base central. Me detengo. Por primera vez olvido mis tareas y resto en silencio. Por primera vez me planteo serias preguntas. El vacío que ocupa el exterior de esa ventana se expande en mi mente y el tiempo se detiene. Las partículas que me envuelven despiertan y flotan libres por el espacio que se deforma a mi alrededor. Y esas palabras sin vida son expulsadas violentamente de mi memoria interna, se escabullen entre mis dedos y después susurran a mi oído sueños de astral lentitud.
Ya desquiciado, deseo habitar estas imágenes muertas que invaden mis circuitos. No he sido diseñado para ello, pero me he dado cuenta: quiero vivir. Hundido, me asomo solo por la escotilla para ver el amanecer, aun sabiendo que el sol nos dejó tres milenios atrás.
Un moment de calma, el cel és vermell, vermell de pols i dels reflexos de les flames, el termòmetre marca 37,5 oC a les 5 del matí, arribarem a 55oC.
El cel és vermell, però jo el vaig conèixer blau i el mar també era blau fins que es perdia amb el cel, hi havien núvols blancs que es desfeien o creixien.
La Margalida s’aixeca, la pell amb escates de sal i els cabells com l’Andreu, és capaç de pensar ràpid , a mi se m’oblida el que penso, i quedo quieta, encara que a fora el vent aixequi les roques. Mare, l’aigua pesa , portarem 5 litres cada una, més la condensació. És poc, Margalida. No trigarem més de 15 dies, he fet els càlculs. I com has calculat el meu cansament?
Vivim en una colònia de coves a tocar el mar que, sense adonar-nos-en, cada dia es més a prop, un mar amb una gana insaciable que amaga ciutats que els meus pares van conèixer. Fa molts anys ens van deixar aquí, 5000 persones, la colònia més a l’est del país. Amb cèl·lules fotovoltaiques , una dessalinitzadora, llavors i espores. Eren campanyes de crear colònies, colònies sense futur. Però vam trobar les coves, on no feia tanta calor i hi vam instal·lar llum. La dessalinitzadora també funcionava amb plaques solars, i teníem aigua dolça, vam fer horts, vam fer basses.
Diuen que tu i la Margalida marxeu cap a la ciutat. No sabem què fer, aquí tot s’acaba.
Ja saps que el camí és perillós, diuen que fora de la colònia està ple d’escurçons, escorpits i altres animals amb gana. La Margalida ho veu tot fàcil i l’Andreu està tot el dia construint aparells , aparell per a la visió nocturna, càmera tèrmica, pirogeòmetre…….
Ja saps que de la ciutat només se’n surt, no hi entra ningú.
I del mar, de les meduses vam treure una proteïna que utilitzàvem per fer-nos roba, tendals. Ens aïllava dels llamps i del vent, protegíem els horts, transparent, gelatinosa, humida, una segona pell. I en el mar fèiem granges de musclos, de sardines i cultivàvem algues. I veiem sortir el sol cada dia.
Des de la ciutat vam fer una campanya d’implants de petites brànquies sota les axil·les en nens de 10 anys, buscàvem crear un món sota l’aigua, silenciós, sense sol, sense huracans i l’experiment començava amb els nens de les colònies de l’est. Però cada any feia més calor, i el mar es va tornar també vermell i els peixos morien i una pudor de final s’estenia pertot arreu. Unes algues unicel·lulars, gotes vermelles ho intoxicaven tot, també als nens, als nens que respiraven a l’aigua. La colònia cada vegada era més minsa. Uns quants es van dirigir cap a les muntanyes, necessitaven allunyar-se d’aquest mar amb pudor de metà, un mar mort, un mar que havia quedat nu. No en vam saber res més.
Altres van morir de malalties produïdes per bacteris desconeguts, sense nom. L’Andreu, obsessionat, va cultivar cèl·lules de l’epidermis de la Margalida amb cloroplasts, en deia la simbiosi perfecta, i després les hi va col·locar en diverses parts dels cos, empelts com tatuatges.
La Margalida ja ho té tot preparat, seran dies i dies de viatge , sempre cap a l’oest. Tinc la gola seca, la tràquea també. Jo vaig lenta, el CO2 ha augmentat a 1000 ppm, i els glòbuls vermells busquen oxigen per transportar.
Camino darrere de la Margalida, ella va molt més ràpida, no l’atrapo. Arriba una tempesta, ens fixem a terra i ens cobrim amb la roba de medusa.
L’Andreu parla baix, has d’anar amb la Margalida a la ciutat, jo no podré fer aquest viatge. A la ciutat, no ens volen, Andreu, no ens deixaren passar. La Margalida no podrà viure sola a la colònia, la soledat també mata . L’Andreu s’aixeca a la nit, busca la lluna i em diu que li ha caigut una fulla de faig.
Caminem sobre cendres, cendres que havien estat boscos, passem per restes de cases que havien estat pobles. Caminem i la Margalida m’arrossega, m’agradaria volar sobre un llamp.
Han passat molt dies, caminem de dia i de nit i les reserves d’aigua s’acaben. Veiem els llums de la ciutat, lluny. Una cúpula immensa, que sobresurt al mig del cel, que resplendeix. L’exèrcit vigila l’entrada. Els soldats, amb veles fotovoltaiques i de plasma, volen com abelles que entren i surten dels rusc.
Hi ha gent acampada, de pell arrugada, com la meva, que esperen poder entrar. Potser esperen des de fa anys, potser han nascut aquí. La Margalida té els ulls més grossos i més rodons i em diu, la cúpula està plena de nanomiralls que reflecteixen la llum del sol, per això resplendeix, per això serà més fresca. La Margalida es veu diferent de mi i de la gent acampada, ella no està vençuda, no està esgotada i el seu cabell és llarg i brilla. Ella, que funciona como una planta, viu del sol i a nosaltres el sol ens mata.
M’adono que ella entrarà i jo seré una més del campament, intentant veure-la alguna vegada a través de la cúpula. Esperant que una fulla de faig em toqui la cara.